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Entonces le dijo a su escudero:

«Saca tu espada y clávamela, no sea que estos incircuncisos vengan y me maten, y se burlen de mí.»

Pero su escudero no quiso hacerlo, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl sacó su propia espada, y se arrojó sobre ella. Cuando su escudero vio muerto a Saúl, también él se arrojó sobre su espada y murió junto con Saúl. Así murieron ese día Saúl y sus tres hijos, junto con su escudero y todos sus soldados.

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